jueves, 28 de agosto de 2014

El placer del cazador

O cómo perderse en la búsqueda de nada


La búsqueda de tesoros ha sido siempre un tema que causa mucha curiosidad, sobre todo porque parece ser un aspecto de tiempos que ya pasaron y no volverán. Películas como Piratas del Caribe y libros como Veinte mil leguas de viaje submarino son prueba de que el hombre se siente atraído por el misterio intrínseco en la búsqueda. Esa inestabilidad del proceso de búsqueda, en el cual no se sabe si se encontrará lo que se busca, si uno se topará con cosas nuevas o si, simplemente, no pasará nada, parece ser placentera para muchos individuos.
            Aunque siempre el viaje tiene un destino, aunque siempre se busca la recompensa – un monstruo submarino o el tesoro más grande jamás robado en el Caribe – la travesía implica también una recompensa en sí misma y produce en el buscador una satisfacción por la aventura que trae consigo, ya sea esta tan compleja como ir tras la pista de la verdadera identidad de J.T. LeRoy o tan sencilla como la de un pequeño papel en Recoleta.

Lo que esconden unos y buscan muchos en las grietas de la ciudad

            Hace unos meses, el año pasado más bien, me topé gracias a un familiar con la plataforma Geocaching. Sus miembros se consideran a sí mismos una comunidad y viven detrás de los “tesoros”. En su página web oficial, www.geocaching.com, definen la actividad como “un juego de caza de tesoros de la vida real donde se usan aparatos de localización GPS. Los participantes navegan hasta unas coordenadas específicas con su GPS y una vez allí intentan encontrar el geocache (contenedor) escondido en ese lugar”. Perfecto para los Indiana Jones.
            Para poder jugar, se deben cumplir ciertos pasos, que siguen así: primero, el jugador debe registrarse en el portal, creando una cuenta, con un usuario y una contraseña (así luego podrá mantener el récord de caches encontrados). Una vez que ya tiene su cuenta, proporcionando su código postal se hará con los distintos caches que se encuentren cercanos a él. Copiando las coordenadas en su dispositivo GPS puede llegar al lugar y entrenar la vista para encontrar el contenedor que esconde, por lo general, una lista de nombres de jugadores anteriores que han conseguido el cache y firmado su hazaña (el jugador deberá entonces, estar siempre también armado con un bolígrafo para dejar el autógrafo correspondiente). El jugador puede tomar fotos del cache que no revelen su ubicación exacta, para que la búsqueda del cache no pierda el elemento de diversión, y volverlo a colocar en su lugar. Finalmente, el jugador puede compartir su historia e imágenes online con el resto de la comunidad.
            Ya el slogan del video promocional lo advierte: “hay aventuras sucediendo todo el tiempo, a todo tu alrededor”. Y, así, invitan a los nuevos curiosos a unirse al crew de búsqueda. Actualmente hay 2.440.001 caches activos y más de seis millones de geocachers alrededor del mundo, así que parece que la premisa está dando resultados.
            Cual club de la pelea, el Geocaching tiene también sus reglas:

1.Si te llevas algo del cache debes dejar otra cosa de igual o mayor valor a cambio. Esto aplica para los caches que tienen más que el simple trozo de papel para firmar, en los cuales los jugadores van dejando souvenirs y elementos que pueden tener muy poco valor monetario, pero sí guardan algún valor sentimental.
2.Debes registrar tu hallazgo en el logbook, el pequeño trozo de papel para firmar.
3.Por último, debes escribir sobre tu experiencia de búsqueda y encuentro en la página web.

            Después de esto, serás un geocacher bautizado.

Por las ansias de un curioso

            El 2 de mayo del 2000, el Gobierno de Estados Unidos, bajo la presidencia de Bill Clinton, descontinuó el uso de disponibilidad selectiva para los GPS, con el fin de que estos fuesen más útiles y accesibles para uso civil y comercial en el país. A partir de esta resolución, cualquier mortal con un dispositivo de localización satelital tiene la posibilidad desde entonces de marcar su localización en un sistema de coordenadas o mapa virtual.
            Al día siguiente, Dave Ulmer,  curioso nato, decidió probar si la efectividad del sistema de localización era confiable. Para ello, escondió un “destino de navegación” en el bosque y lo llamó “Great American GPS Stash Hunt” (algo que traducido sería más o menos “gran colección de caza americana por GPS”). Luego subió la información a un grupo virtual de usuarios de GPS y les dio la libertad de buscarlo. La regla, como se ha mantenido hasta el presente, era: llévate algo y deja otra cosa a cambio.
            Lo que Dave dejó fue una caja negra con una libreta (logbook), un lápiz y algunos “premios” para los afortunados que la encontraran. Compartió las coordenadas con el grupo en sci.geo.satellite-nav. Las coordenadas eran N 45° 17.460 W 122° 24.800. En tres días, dos personas habían utilizado sus GPS para localizar la caja y compartido sus experiencias online. En la semana que le siguió ya los participantes habían empezado a experimentar y a esconder sus propios premios en distintas locaciones, con lo que la nueva idea se vio viralizada rápidamente.
            En el primer mes desde la creación de ese primer cache, Mike Teague, la primera persona en encontrar el original dejado por Dave, recolectó las coordenadas los distintos caches que fueron naciendo y los subió a su propio sitio web. También creó una lista de mails para mantener a los miembros activos al tanto de lo que iba sucediendo dentro de la naciente comunidad. Dentro del grupo se discutió el nombre para la práctica y, finalmente, dieron con “Geocaching”. Unos meses después, en septiembre, Jeremy Irish tomaría las riendas de Geocaching de manos de Teague.
            Luego de experimentar la emoción de encontrar su primer caché, el desarrollador web apasionado de los GPS, Jeremy Irish creó el sitio web para la actividad a modo de hobby. Irish perfeccionó la forma en la cual se comunicaban los geocachers y añadió a los caches la posibilidad de ser encontrados utilizando un código postal, lo que hacía más fácil el reto para los que no estaban familiarizados con las coordenadas. El 2 de septiembre del 2000, la página fue lanzada oficialmente. Para ese momento existían tan sólo 75 caches en todo el mundo. Desde el nacimiento de Geocaching.com el crecimiento de la comunidad ha sido indetenible, y medios como el New York Times y CNN han dedicado secciones a promocionar la actividad.
            Como colocan en su página web, “la emoción de la búsqueda apela tanto al niño interno como al externo”. Rápidamente todos fueron movidos por el evento y querían tener un cache nuevo que conseguir cada día. Con el simple boca a boca, la actividad ha crecido desde entonces y el número de caches ya supera los dos millones, y contando.

Cátedra sobre escondites

            Antes de adentrarme en Geocaching, todos los escondites me resultaban iguales; unos más grandes, otros más sucios, algunos más cómodos... pero no los imaginaba separados en categorías. La gente de Geocaching.com tiene una lista de tipos de caches con los que puede encontrarse un geocacher en su proceso de búsqueda. A continuación los más destacados:

-El caché tradicional es el más sencillo y común, que consiste en, como mínimo, un logbook y son encontrados con unas coordenadas específicas dadas.
-Los caches misteriosos o “Puzzle cache” tienen un grado mayor de dificultad y pueden requerir, por ejemplo, la resolución de un acertijo por parte del geocacher para determinar las coordenadas correctas.
-Un “Multi-cache” es el que se forma con distintas locaciones, donde normalmente todas te llevan a un cache nuevo, hasta que finalmente das con el que tiene el logbook para anotarte.
-“Earth cache” es una localización especial que las personas pueden visitar para aprender algo nuevo sobre el planeta, y normalmente incluyen información que educa al geocacher sobre algún tema junto a las coordenadas. Estos caches tienen incluso una página web por separado: www.earthcache.org
-Un “Letterbox hybrid” es un cache para el que suelen darse pistas en lugar de coordenadas, aunque puede ser que algunos incluyan las coordenadas de todas formas.
-Un evento cache es... pues eso precisamente: un evento. Se dan las coordenadas y se convoca a todos los geocachers de una determinada zona a participar en él. También existen mega-eventos, con más de quinientos geocachers, y giga-eventos, que reúnen más de cinco mil asistentes.
-El evento “Cache In Trash Out” (CITO) es una iniciativa en la cual los geocachers convocados se unen para preservar la naturaleza, limpiar ciertas áreas, plantar árboles y otras actividades que ayuden a mantener limpio y saludable algún lugar que luego puede hacerse propicio para esconder caches.

Darle pies a las cosas

            Aparte de los distintos tipos de caches, se pueden encontrar “trackables” (“rastreables”) en los lugares donde se esconden los caches. Estos trackables tiene un código que es activado en el portal y sirve para hacer que el cache “viaje” hacia un destino o haga un recorrido específico que el creador ha pensado para él. Con esto, los geocachers pueden interactuar con los caches, moviéndolos por el mundo y ayudándolos a llegar al lugar para el cual están, se podría decir, destinados.

El que busca... encuentra

            Desde que me enteré de la existencia de Geocaching, quise jugar. Nunca lo hice porque siempre había algo más urgente que me reclamaba. O por falta de memoria. Finalmente, me decidí, un año después, a hacer mi primer intento.
            Primero me dediqué a investigar todo lo que pudiera sobre Geocaching y otros tipos de actividades parecidas, como el Letterboxing (que es más o menos lo mismo, pero en lugar de dejar una lista y un lapiz, hay un sello personalizado para cada cache, y el buscador lleva un cuaderno donde los va coleccionando). Después de meterme en todos los rincones de la web de Geocaching.com y algunos blogs, me empecé a emocionar con la búsqueda que pretendía hacer. El espíritu de los líderes de la organización y de los otros jugadores es muy enérgico y te contagia las ganas de salir a explorar (así sea un lugar que ya sientes conocer demasiado).
            Como era mi primer intento en esto, me puse como meta un cache tradicional, no muy lejos de casa, y con un nivel de dificultad bajo. Me fui al buscador de la página y seleccioné “Argentina”. Hay 677 caches en el país. Nunca pensé que fueran tantos. Conseguí una herramienta útil que resalta los geocaches para principiantes y presté atención sólo a esos, lo que me ahorró bastante tiempo de navegación inútil.
            Me decidí por el del Cementerio de La Recoleta porque decía ser sencillo, me quedaba cerca de casa, y porque, sencillamente, es uno de mis lugares favoritos en toda la ciudad. Siempre que tengo tiempo libre, voy a dar algunas vueltas entre sus calles. Creo que, aparte de la paz del lugar, me gusta la idea de tratar de descubrir algo nuevo cada vez que voy. Tal vez por eso me atrajo esto del Geocaching desde un principio.
            Leí la información sobre el cache antes para saber qué buscaba exactamente: era un envase de film de 35 mm que sólo contenía un logbook, entonces advertían: “BYOP” (“bring your own pen” o “trae tu propio lápiz”), ya que sólo se podía anotar el descubrimiento; no había nada intercambiable allí. También estaba anotado que el cache se encontraba en una de las paredes y no en alguna tumba, supongo, para que nadie se ponga a molestar la paz del lugar de descanso eterno de nadie más.
            Me llamó la atención la advertencia que leí al final de la página del cache: “es mejor si consigues un momento libre de personas para tomar el geocache, porque en Argentina el Geocaching no es un juego tan popular como en otros países. Incluso peor, las personas suelen robar cosas que no tienen valor para ellos (como los caches) sólo por diversión. Entonces, debes tomar el cache lo más rápido que puedas y dejarlo de la misma manera, siempre tratando de pasar desapercibido. Además, cuidado con los geomuggles (término con el que se refieren a los individuos que no juegan), porque ellos no son necesariamente inofensivos.” Un tanto fuera de lugar para mi gusto, la advertencia, pero no vi que nadie se quejara de ello en los comentarios, así que, o todos aceptan la maldad imperante, o decidieron dejarlo pasar.
            Los comentarios sobre este cache, tanto de personas que lo encontraron, como los de las que no tuvieron suerte, me hicieron darme cuenta del tamaño de esta actividad, del movimiento que ha logrado generar y de la comunidad que se ha creado. Me hizo pensar en el hecho de que esta gente no se ha unido con otro fin que el de la diversión y no han parado de crecer. Personas de Suiza, Portugal, Alemania, Estados Unidos, Italia, Austria, Holanda, Suecia, Canadá y otras partes del mundo han dejado prueba de haber encontrado este cache. Como todas excepto una lo catalogaron de “fácil”, me doy cuenta de que he decidido bien. No me quiero decepcionar en la primera misión.
            En la descripción, también dejan una frase encriptada (en inglés, con su clave para decifrarla) como ayuda para el que quiera más orientación. La descifré, hecho que no requirió mucho de mi inteligencia, y salí de casa a buscarlo.
            El día estaba bastante frío, pero al menos había sol para aliviar un poco el camino. Llegué al cementerio y estaba prácticamente vacío. Decidí ir en día de semana para tener menos chance de toparme con “geomuggles” que luego pudieran hacerme sentir culpable por haber causado la pérdida de un cache en mi primer intento de encontrar uno.
            No se trata de un tesoro real, pero las ansias son verdaderas. La curiosidad se aviva, la vista se aguza. Empiezas a sentir todas esas reacciones físicas del que anda tras algo, del que investiga, del espía. Te cuidas de que no te vean y entonces percibes la sensación del que está infringiendo la ley y no quiere ser descubierto en el delito. Se manifiesta también la excitación del juego y se te vienen a la mente, sin poder evitarlo, los recuerdos de la niñez, cuando jugabas a las escondidas con los vecinos; de cuando te embarcabas en misiones importantísimas en las vacaciones familiares a la playa o el campo; de cuando ibas con tus primos/hermanos/amigos a investigar lo que pasaba en aquél lugar recóndito del planeta que era el último piso de la casa o el quincho. La memoria del juego se reactiva y te vuelves a poner en los zapatos del pirata que busca tesoros, del explorador que abre los ojos a mundos nuevos y del científico que busca descubrir algo realmente importante para la humanidad.
            Sientes todo aquello y sólo estás buscando un tubo de plástico que contiene dentro un papel con una lista de nombres de gente que no conoces y tal vez nunca te cruces en la vida. Me hace pensar en lo que podría sentir si estuviera buscando algo realmente crucial para mi vida. Entonces comienzo a entender, de alguna forma, a los investigadores, detectives y hombres que se esfuerzan por seguir explicando el universo. Toparse con algo de verdadero, gran significado, debe ser maravilloso.
            Yo me dediqué a buscar mi pequeña recompensa para sentir que había cumplido con la misión que me tocaba, al menos por un rato. No sé si fue el hecho de que la pista era realmente sencilla o que yo ya había paseado el cementerio muchas veces, pero el cache fue fácil de encontrar. Como es de esperarse, no daré pistas sobre su ubicación para que cualquiera que se entusiasme tanto como yo pueda vivir la experiencia sin spoilers. Cuando abrí el pequeño tubito vi que el logbook estaba arruinado; parecía haberse mojado, así que sólo le tomé una foto y lo volví a colocar en su lugar. En la página web, otro usuario también reclamaba el estado de la lista, así que hay que esperar que el propietario del cache la cambie para poder anotar nuevos nombres.
            Volví a casa feliz por mi primer hallazgo, y esperando que renovaran el cache para poder anotarme. En la página sobre este geocache se registran 640 visitas, 570 de ellas exitosas y 35 infructuosas. También reportan la cantidad de veces que se le han hecho arreglos: cuatro nada más (y esperamos la siguiente). Me sentí como la vez que me hice mi primer tatuaje: lo ves, te gusta, y quieres otro. La experiencia te deja con las ganas de seguir investigando, y la comunidad que se mantiene en contacto a través de Internet te llama a pertenecer a ella.

            Mientras sigo navegando por la página, descubro un reto para este “verano” (se guían por las estaciones del hemisferio norte): “Los siete recuerdos de agosto” propone a los geocachers que salgan a encontrarse con seis tipos de caches distintos y los registren en su perfil durante ese mes: uno tradicional, uno misterioso, un multi-cache, un EarthCache, un VirtualCache y un Event Cache. Por cada cache recibirán un “recuerdo”, que es más bien una especie de sello virtual; una vez que terminen la misión, desbloquearán un séptimo souvenir especial, llamado el “Achiever” (“Cumplidor”). Particularmente, creo que es la oportunidad perfecta para seguir explorando este mundo de aventureros e investigadores modernos.
                                                                                   Érika Hernández Lehmann

4 comentarios:

  1. Erika, creo que este tema sirve para conocer otros contenidos que hay en la web, y pueden ser utilizados por todas las personas. Me gusto mucho la introducción de tu crónica.

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  2. Me encanto!! La verdad que no conocía el juego y me pareció alucinante. Además me gusto mucho lo dinámica que es la crónica. La primera persona me pareció muy bien utilizada.

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  3. Esta crónica es una mezcla entre información y experiencia. Me parece muy acertada la decisión de contextualizar primero, y luego narrar en primera persona la vivencia.

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