O cómo perderse en la búsqueda de nada
La búsqueda de tesoros ha sido siempre un tema que
causa mucha curiosidad, sobre todo porque parece ser un aspecto de tiempos que
ya pasaron y no volverán. Películas como Piratas del Caribe y libros
como Veinte mil leguas de viaje submarino son prueba de que el hombre se
siente atraído por el misterio intrínseco en la búsqueda. Esa inestabilidad del
proceso de búsqueda, en el cual no se sabe si se encontrará lo que se busca, si
uno se topará con cosas nuevas o si, simplemente, no pasará nada, parece ser
placentera para muchos individuos.
Aunque
siempre el viaje tiene un destino, aunque siempre se busca la recompensa – un
monstruo submarino o el tesoro más grande jamás robado en el Caribe – la
travesía implica también una recompensa en sí misma y produce en el buscador
una satisfacción por la aventura que trae consigo, ya sea esta tan compleja
como ir tras la pista de la verdadera identidad de J.T. LeRoy o tan sencilla como
la de un pequeño papel en Recoleta.
Lo que esconden unos y buscan muchos en las
grietas de la ciudad
Hace unos meses, el año pasado más bien, me topé
gracias a un familiar con la plataforma Geocaching. Sus miembros se consideran
a sí mismos una comunidad y viven detrás de los “tesoros”. En su página web
oficial, www.geocaching.com, definen la actividad como “un juego de caza de
tesoros de la vida real donde se usan aparatos de localización GPS. Los
participantes navegan hasta unas coordenadas específicas con su GPS y una vez
allí intentan encontrar el geocache (contenedor) escondido en ese lugar”. Perfecto
para los Indiana Jones.
Para
poder jugar, se deben cumplir ciertos pasos, que siguen así: primero, el
jugador debe registrarse en el portal, creando una cuenta, con un usuario y una
contraseña (así luego podrá mantener el récord de caches encontrados). Una vez
que ya tiene su cuenta, proporcionando su código postal se hará con los
distintos caches que se encuentren cercanos a él. Copiando las coordenadas en
su dispositivo GPS puede llegar al lugar y entrenar la vista para encontrar el
contenedor que esconde, por lo general, una lista de nombres de jugadores
anteriores que han conseguido el cache y firmado su hazaña (el jugador deberá
entonces, estar siempre también armado con un bolígrafo para dejar el autógrafo
correspondiente). El jugador puede tomar fotos del cache que no revelen su
ubicación exacta, para que la búsqueda del cache no pierda el elemento de
diversión, y volverlo a colocar en su lugar. Finalmente, el jugador puede
compartir su historia e imágenes online con el resto de la comunidad.
Ya
el slogan del video promocional lo advierte: “hay aventuras sucediendo todo el
tiempo, a todo tu alrededor”. Y, así, invitan a los nuevos curiosos a unirse al
crew de búsqueda. Actualmente hay 2.440.001 caches activos y más de seis
millones de geocachers alrededor del mundo, así que parece que la premisa está
dando resultados.
Cual
club de la pelea, el Geocaching tiene también sus reglas:
1.Si te llevas algo del cache debes dejar otra
cosa de igual o mayor valor a cambio. Esto aplica para los caches que tienen
más que el simple trozo de papel para firmar, en los cuales los jugadores van
dejando souvenirs y elementos que pueden tener muy poco valor monetario, pero
sí guardan algún valor sentimental.
2.Debes registrar tu hallazgo en el logbook,
el pequeño trozo de papel para firmar.
3.Por último, debes escribir sobre tu experiencia
de búsqueda y encuentro en la página web.
Después
de esto, serás un geocacher bautizado.
Por las ansias de un curioso
El
2 de mayo del 2000, el Gobierno de Estados Unidos, bajo la presidencia de Bill
Clinton, descontinuó el uso de disponibilidad selectiva para los GPS, con el
fin de que estos fuesen más útiles y accesibles para uso civil y comercial en
el país. A partir de esta resolución, cualquier mortal con un dispositivo de
localización satelital tiene la posibilidad desde entonces de marcar su
localización en un sistema de coordenadas o mapa virtual.
Al día siguiente, Dave Ulmer, curioso nato, decidió probar si la
efectividad del sistema de localización era confiable. Para ello, escondió un
“destino de navegación” en el bosque y lo llamó “Great American GPS Stash Hunt”
(algo que traducido sería más o menos “gran colección de caza americana por
GPS”). Luego subió la información a un grupo virtual de usuarios de GPS y les
dio la libertad de buscarlo. La regla, como se ha mantenido hasta el presente,
era: llévate algo y deja otra cosa a cambio.
Lo
que Dave dejó fue una caja negra con una libreta (logbook), un lápiz y algunos
“premios” para los afortunados que la encontraran. Compartió las coordenadas
con el grupo en sci.geo.satellite-nav. Las coordenadas eran N 45° 17.460 W 122° 24.800. En tres días, dos
personas habían utilizado sus GPS para localizar la caja y compartido sus
experiencias online. En la semana que le siguió ya los participantes habían
empezado a experimentar y a esconder sus propios premios en distintas
locaciones, con lo que la nueva idea se vio viralizada rápidamente.
En
el primer mes desde la creación de ese primer cache, Mike Teague, la primera
persona en encontrar el original dejado por Dave, recolectó las coordenadas los
distintos caches que fueron naciendo y los subió a su propio sitio web. También
creó una lista de mails para mantener a los miembros activos al tanto de lo que
iba sucediendo dentro de la naciente comunidad. Dentro del grupo se discutió el
nombre para la práctica y, finalmente, dieron con “Geocaching”. Unos meses
después, en septiembre, Jeremy Irish tomaría las riendas de Geocaching de manos
de Teague.
Luego
de experimentar la emoción de encontrar su primer caché, el desarrollador web
apasionado de los GPS, Jeremy Irish creó el sitio web para la actividad a modo
de hobby. Irish perfeccionó la forma en la cual se comunicaban los geocachers y
añadió a los caches la posibilidad de ser encontrados utilizando un código
postal, lo que hacía más fácil el reto para los que no estaban familiarizados
con las coordenadas. El 2 de septiembre del 2000, la página fue lanzada
oficialmente. Para ese momento existían tan sólo 75 caches en todo el mundo.
Desde el nacimiento de Geocaching.com el crecimiento de la comunidad ha sido
indetenible, y medios como el New York Times y CNN han dedicado secciones a promocionar
la actividad.
Como colocan en su página web, “la emoción de la
búsqueda apela tanto al niño interno como al externo”. Rápidamente todos fueron
movidos por el evento y querían tener un cache nuevo que conseguir cada día.
Con el simple boca a boca, la actividad ha crecido desde entonces y el número
de caches ya supera los dos millones, y contando.
Cátedra sobre escondites
Antes
de adentrarme en Geocaching, todos los escondites me resultaban iguales; unos
más grandes, otros más sucios, algunos más cómodos... pero no los imaginaba
separados en categorías. La gente de Geocaching.com tiene una lista de tipos de
caches con los que puede encontrarse un geocacher en su proceso de búsqueda. A
continuación los más destacados:
-El caché tradicional es el más sencillo y común,
que consiste en, como mínimo, un logbook y son encontrados con unas coordenadas
específicas dadas.
-Los caches misteriosos o “Puzzle cache” tienen un
grado mayor de dificultad y pueden requerir, por ejemplo, la resolución de un
acertijo por parte del geocacher para determinar las coordenadas correctas.
-Un “Multi-cache” es el que se forma con distintas
locaciones, donde normalmente todas te llevan a un cache nuevo, hasta que
finalmente das con el que tiene el logbook para anotarte.
-“Earth cache” es una localización especial que
las personas pueden visitar para aprender algo nuevo sobre el planeta, y
normalmente incluyen información que educa al geocacher sobre algún tema junto
a las coordenadas. Estos caches tienen incluso una página web por separado: www.earthcache.org
-Un “Letterbox hybrid” es un cache para el que
suelen darse pistas en lugar de coordenadas, aunque puede ser que algunos
incluyan las coordenadas de todas formas.
-Un evento cache es... pues eso precisamente: un
evento. Se dan las coordenadas y se convoca a todos los geocachers de una
determinada zona a participar en él. También existen mega-eventos, con más de
quinientos geocachers, y giga-eventos, que reúnen más de cinco mil asistentes.
-El evento “Cache In Trash Out” (CITO) es una
iniciativa en la cual los geocachers convocados se unen para preservar la
naturaleza, limpiar ciertas áreas, plantar árboles y otras actividades que
ayuden a mantener limpio y saludable algún lugar que luego puede hacerse
propicio para esconder caches.
Darle pies a las cosas
Aparte
de los distintos tipos de caches, se pueden encontrar “trackables”
(“rastreables”) en los lugares donde se esconden los caches. Estos trackables
tiene un código que es activado en el portal y sirve para hacer que el cache
“viaje” hacia un destino o haga un recorrido específico que el creador ha
pensado para él. Con esto, los geocachers pueden interactuar con los caches,
moviéndolos por el mundo y ayudándolos a llegar al lugar para el cual están, se
podría decir, destinados.
El que busca... encuentra
Desde que me enteré de la existencia de
Geocaching, quise jugar. Nunca lo hice porque siempre había algo más urgente
que me reclamaba. O por falta de memoria. Finalmente, me decidí, un año
después, a hacer mi primer intento.
Primero
me dediqué a investigar todo lo que pudiera sobre Geocaching y otros tipos de
actividades parecidas, como el Letterboxing (que es más o menos lo mismo, pero
en lugar de dejar una lista y un lapiz, hay un sello personalizado para cada
cache, y el buscador lleva un cuaderno donde los va coleccionando). Después de
meterme en todos los rincones de la web de Geocaching.com y algunos blogs, me
empecé a emocionar con la búsqueda que pretendía hacer. El espíritu de los
líderes de la organización y de los otros jugadores es muy enérgico y te
contagia las ganas de salir a explorar (así sea un lugar que ya sientes conocer
demasiado).
Como
era mi primer intento en esto, me puse como meta un cache tradicional, no muy
lejos de casa, y con un nivel de dificultad bajo. Me fui al buscador de la
página y seleccioné “Argentina”. Hay 677 caches en el país. Nunca pensé que
fueran tantos. Conseguí una herramienta útil que resalta los geocaches para
principiantes y presté atención sólo a esos, lo que me ahorró bastante tiempo
de navegación inútil.
Me
decidí por el del Cementerio de La Recoleta porque decía ser sencillo, me
quedaba cerca de casa, y porque, sencillamente, es uno de mis lugares favoritos
en toda la ciudad. Siempre que tengo tiempo libre, voy a dar algunas vueltas
entre sus calles. Creo que, aparte de la paz del lugar, me gusta la idea de
tratar de descubrir algo nuevo cada vez que voy. Tal vez por eso me atrajo esto
del Geocaching desde un principio.
Leí la información sobre el cache antes para saber
qué buscaba exactamente: era un envase de film de 35 mm que sólo contenía un
logbook, entonces advertían: “BYOP” (“bring your own pen” o “trae tu propio
lápiz”), ya que sólo se podía anotar el descubrimiento; no había nada
intercambiable allí. También estaba anotado que el cache se encontraba en una
de las paredes y no en alguna tumba, supongo, para que nadie se ponga a
molestar la paz del lugar de descanso eterno de nadie más.
Me
llamó la atención la advertencia que leí al final de la página del cache: “es
mejor si consigues un momento libre de personas para tomar el geocache, porque
en Argentina el Geocaching no es un juego tan popular como en otros países.
Incluso peor, las personas suelen robar cosas que no tienen valor para ellos
(como los caches) sólo por diversión. Entonces, debes tomar el cache lo más
rápido que puedas y dejarlo de la misma manera, siempre tratando de pasar
desapercibido. Además, cuidado con los geomuggles (término con el que se
refieren a los individuos que no juegan), porque ellos no son necesariamente
inofensivos.” Un tanto fuera de lugar para mi gusto, la advertencia, pero no vi
que nadie se quejara de ello en los comentarios, así que, o todos aceptan la
maldad imperante, o decidieron dejarlo pasar.
Los
comentarios sobre este cache, tanto de personas que lo encontraron, como los de
las que no tuvieron suerte, me hicieron darme cuenta del tamaño de esta
actividad, del movimiento que ha logrado generar y de la comunidad que se ha
creado. Me hizo pensar en el hecho de que esta gente no se ha unido con otro
fin que el de la diversión y no han parado de crecer. Personas de Suiza,
Portugal, Alemania, Estados Unidos, Italia, Austria, Holanda, Suecia, Canadá y
otras partes del mundo han dejado prueba de haber encontrado este cache. Como
todas excepto una lo catalogaron de “fácil”, me doy cuenta de que he decidido
bien. No me quiero decepcionar en la primera misión.
En
la descripción, también dejan una frase encriptada (en inglés, con su clave para
decifrarla) como ayuda para el que quiera más orientación. La descifré, hecho
que no requirió mucho de mi inteligencia, y salí de casa a buscarlo.
El
día estaba bastante frío, pero al menos había sol para aliviar un poco el
camino. Llegué al cementerio y estaba prácticamente vacío. Decidí ir en día de
semana para tener menos chance de toparme con “geomuggles” que luego pudieran
hacerme sentir culpable por haber causado la pérdida de un cache en mi primer
intento de encontrar uno.
No
se trata de un tesoro real, pero las ansias son verdaderas. La curiosidad se
aviva, la vista se aguza. Empiezas a sentir todas esas reacciones físicas del
que anda tras algo, del que investiga, del espía. Te cuidas de que no te vean y
entonces percibes la sensación del que está infringiendo la ley y no quiere ser
descubierto en el delito. Se manifiesta también la excitación del juego y se te
vienen a la mente, sin poder evitarlo, los recuerdos de la niñez, cuando
jugabas a las escondidas con los vecinos; de cuando te embarcabas en misiones
importantísimas en las vacaciones familiares a la playa o el campo; de cuando
ibas con tus primos/hermanos/amigos a investigar lo que pasaba en aquél lugar
recóndito del planeta que era el último piso de la casa o el quincho. La
memoria del juego se reactiva y te vuelves a poner en los zapatos del pirata
que busca tesoros, del explorador que abre los ojos a mundos nuevos y del
científico que busca descubrir algo realmente importante para la humanidad.
Sientes
todo aquello y sólo estás buscando un tubo de plástico que contiene dentro un
papel con una lista de nombres de gente que no conoces y tal vez nunca te
cruces en la vida. Me hace pensar en lo que podría sentir si estuviera buscando
algo realmente crucial para mi vida. Entonces comienzo a entender, de alguna
forma, a los investigadores, detectives y hombres que se esfuerzan por seguir
explicando el universo. Toparse con algo de verdadero, gran significado, debe
ser maravilloso.
Yo
me dediqué a buscar mi pequeña recompensa para sentir que había cumplido con la
misión que me tocaba, al menos por un rato. No sé si fue el hecho de que la
pista era realmente sencilla o que yo ya había paseado el cementerio muchas
veces, pero el cache fue fácil de encontrar. Como es de esperarse, no daré pistas
sobre su ubicación para que cualquiera que se entusiasme tanto como yo pueda
vivir la experiencia sin spoilers. Cuando abrí el pequeño tubito vi que
el logbook estaba arruinado; parecía haberse mojado, así que sólo le tomé una
foto y lo volví a colocar en su lugar. En la página web, otro usuario también
reclamaba el estado de la lista, así que hay que esperar que el propietario del
cache la cambie para poder anotar nuevos nombres.
Volví
a casa feliz por mi primer hallazgo, y esperando que renovaran el cache para
poder anotarme. En la página sobre este geocache se registran 640 visitas, 570
de ellas exitosas y 35 infructuosas. También reportan la cantidad de veces que
se le han hecho arreglos: cuatro nada más (y esperamos la siguiente). Me sentí
como la vez que me hice mi primer tatuaje: lo ves, te gusta, y quieres otro. La
experiencia te deja con las ganas de seguir investigando, y la comunidad que se
mantiene en contacto a través de Internet te llama a pertenecer a ella.
Mientras
sigo navegando por la página, descubro un reto para este “verano” (se guían por
las estaciones del hemisferio norte): “Los siete recuerdos de agosto” propone a
los geocachers que salgan a encontrarse con seis tipos de caches distintos y
los registren en su perfil durante ese mes: uno tradicional, uno misterioso, un
multi-cache, un EarthCache, un VirtualCache y un Event Cache. Por cada cache
recibirán un “recuerdo”, que es más bien una especie de sello virtual; una vez
que terminen la misión, desbloquearán un séptimo souvenir especial, llamado el
“Achiever” (“Cumplidor”). Particularmente, creo que es la oportunidad perfecta
para seguir explorando este mundo de aventureros e investigadores modernos.
Érika Hernández Lehmann
Erika, creo que este tema sirve para conocer otros contenidos que hay en la web, y pueden ser utilizados por todas las personas. Me gusto mucho la introducción de tu crónica.
ResponderEliminar¡Gracias, Santiago!
EliminarMe encanto!! La verdad que no conocía el juego y me pareció alucinante. Además me gusto mucho lo dinámica que es la crónica. La primera persona me pareció muy bien utilizada.
ResponderEliminarEsta crónica es una mezcla entre información y experiencia. Me parece muy acertada la decisión de contextualizar primero, y luego narrar en primera persona la vivencia.
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