Sole y familia
Sandra Milena y Ricardo
Son las 21:00 en Capital Federal. Los autos hacen
ruido mientras circulan por la Avenida Santa Fe. Es invierno. ¡Bah!, eso dice
el calendario. Es una noche cualquiera, de esas donde el clima realmente no
tiene mucho que ver
***
José
Luis
“Soy
de Fiorito, de donde es Maradona”
Con su
“carro” estacionado y vestido con su traje de rayas verde fosforescente, se
encontraba José Luis, un reciclador de Lomas de Zamora quién pidió no ser
fotografiado mientras contaba su historia.
En la
esquina de la calle Charcas, José Luis había encontrado esa noche, la que sería
su cena horas más tarde. Una pizza en aparente buen estado de queso y morrones
que yacía sin dueño dentro de la basura de uno de los tachos del lugar.
–Acá
vos encontrás de todo. Hoy por ejemplo llevo ropa, medias, comida, afirmaba con
una emoción única, mientras hurgaba dentro de su costal los objetos que había
recolectado hasta el momento.
Con 44
años José Luis asegura que llegó a esta actividad por circunstancias del destino.
–Antes
yo era oficial especializado de Telefónica, pero tuve una operación en el
intestino, de acá hasta acá –señala
abriéndose la remera y mostrando la cicatriz que tiene en su abdomen. –Me
operaron y a los quince días se me vino la panza, se me descoció. Por eso,
laburo en blanco ya no encuentro. Yo soy un tipo juicioso, tengo 11 hijos, 8
mujeres y 3 varones, pero con una sola esposa ¡eh!, cuenta riéndose ante la
increíble hazaña de fidelidad con su pareja.
Actualmente,
en la ciudad de Buenos Aires existen alrededor de 12 cooperativas de
recicladores en funcionamiento. Según el gobierno nacional, se han creado más
de 4.500 puestos de trabajo para los cartoneros y recolectores de basura inscriptos.
Estos
recuperadores urbanos se encuentran formalizados y mediante el apoyo del
gobierno porteño, han mejorado sus condiciones generales de trabajo para
resguardar su salud y su seguridad, así como para garantizarles el acceso a una
obra social y a los elementos necesarios para cumplir con su tarea, entre los
que se encuentran uniformes, bolsones, camiones y colectivos.
Por otro lado, el gobierno afirmó que las cooperativas brindan a la
ciudad un servicio público,
ya que fueron integradas al Servicio Público de Higiene Urbana en el año 2002.
Así mismo, la formalización de los
recicladores urbanos logró reducir el trabajo infantil, establecer una nueva
logística en el circuito de los residuos y pasar de la separación de éstos en
la vía pública, a la clasificación en los Centros Verdes.
–Yo trabajo en una cooperativa. Cualquiera puede ser
reciclador, cualquier persona que no tenga trabajo puede ser reciclador. Te vas
y te acercás a una cooperativa y le decís mirá, necesito el trabajo y ya, tenés
que buscarlas. Están ahí en Once o por Retiro también las encontrás. Son un
montón de gente, de todas las edades estamos acá.
Dice el adagio popular que “lo que no sirve que no estorbe”, y en este
mundo donde todo parece desechable, existen a su vez personajes como José Luis,
encargados de darle una segunda oportunidad a aquellos objetos que fueron desechados
por la sociedad.
En Francia, muy lejos de Argentina existe otro Luis, cuyo nombre se
pronuncia algo distinto, pero que a la larga no termina siendo muy diferente
del José Luis de esta historia. Se trata del pintor Louis Pons quién es
conocido en el mundo por elaborar sus obras con materiales encontrados y
recogidos de la basura. En el documental Les glaneurs et la glaneuse (Los
espigadores y la espigadora) de
Agnés Varda (2000), Pons asegura que los objetos recuperados en la
basura son la materia prima de su trabajo, en donde pinta con los objetos y
compone con el azar. “Todas esas cosas son mi diccionario. Para la gente, un
montón de porquerías. Para mí una maravilla, un montón de posibles, son
indicaciones, trazos, que recojo de la naturaleza”.
-Yo en mi casa tengo tres teles, pero
porque me los regalaron, acá la gente me conoce y entonces te regalan teles,
ropa, cocina, heladeras, calefón, todo eso. Yo dejo esto para el fin de semana
que entrego, y ya capaz que tengo tres teles y entonces vendo una. Por mi casa hay una feria, a tres cuadras de
mi casa está, entonces llevo algunas cosas y las vendo allá -cuenta José Luis
quién confiesa que su trabajo le genera un ingreso extra, al vender parte de lo
encontrado.
-El trabajo es fácil, sólo tenés que
lidiar con los del carro que pasan porque te toca decirles ¡Amigo aquí estoy
trabajando yo! a veces respetan a veces no, entonces ahí tenés que agarrar y
decirles ¡la concha de tu madre, andate de acá! Y ya está y bueno, lo otro es
que a veces hay basura que tiene, viste por ejemplo yo voy a sacar las basuras
del bar y tienen de todo, pero a nosotros nos pusieron una vacuna, bueno cuatro
vacunas para la tuberculosis viste, el gobierno de acá por el olor.
A veces junto el papel y está todo
untado de caca de perro también, mirá, me mostraba José Luis, al mismo tiempo
que sacaba un papel periódico enrollado de la carreta con excremento canino.
–
Mirá todos los bollos, toda la mierda del perro, pero por mes te hacés 2000 mil
pesos, la gente del sistema nuevo cobra 4500 pesos más el incentivo del cartón
que son 2000, entonces cobran 6500 pesos, se gana bien.
Y así transcurre una noche más de trabajo para José Luis, quien asegura
que lo único raro que ha visto dentro de las basuras de Buenos Aires, han sido
perros y gatos muertos dejados al azar de quién como él, los encuentran a
diario en las calles de la ciudad.
***
Orlando
“A mí lo que me gusta es la jardinería, pero yo le
“jalo” a todo”
Son las 10:00 en Cali, Colombia y Orlando Mosquera ha estacionado su
carretilla en una esquina, para hacer algo de jardinería en un barrio del sur
de la ciudad.
Este hombre de 50 años es un reciclador como se dice todoterreno. Es
jardinero, albañil y pintor, además de trabajar en el campo, en la finca de su
familia ubicada en el eje cafetero. Con una remera azul donde se lee Dos
Tigres, pareciera que estas letras le hicieran juego con su garra para trabajar
en cualquier “camello” que le salga como él dice.
–Yo antes de las 6:00 ya estoy parado, así como en las fincas que uno
se toma el tintico, y a las 6 ya uno tiene que estar en el corte trabajando,
pa´que le rinda a uno. Así mismo es el reciclaje, yo primero recolecto y
después separo los materiales, la chatarra aparte, el papel aparte, todo va a
parte y luego voy y lo vendo en una chatarrería que hay por Cabaza, aunque le
confieso que uno se hace más platica con la jardinería, porque uno en un
momentico se hace que 50.000 o 100.000 pesitos y es más ligero, en cambio con
el reciclaje por ejemplo con el papel, a veces tiene uno que andar mucho y se
gana disque 10.000 o 20.000 hasta 30.000 máximo y vea, a mí esa carretica con
la que hago el reciclaje, me costó así barata, barata, unos 50.000 pesitos y
eso que la compré por allá en el centro.
Para 2014, el gobierno nacional de Colombia decretó que el salario
mínimo legal vigente quedaría fijo en unos $616.000 pesos colombianos, un
equivalente aproximado a unos 300 dólares, con los que sobreviven hoy por hoy
millones de familias colombianas.
Sin sueldo fijo y sin casi ninguna garantía o subsidio que los cobije,
los recicladores del país de Gabo no viven un cuento de mariposas amarillas,
sino que es la soledad quién los acompaña en esta dura y desagradecida labor.
–La gente ve las carretas y le coge rabia a uno, usted sabe que hay
manes viciosos y pues por unos, pagamos todos, porque hay muchos que andan con
esas carretas es haciendo daños, entonces la gente lo lleva en la mala a uno y
cree que todos somos iguales y no, ese trabajo a veces es una deshonra porque a
uno lo ven mal. Yo trabajo en eso por la necesidad y pues porque ya uno está
viejo y si no por mí yo me buscaba otro trabajo y dejaría éste.
Acompañado de “Niño”, un perro de facha parecida a la de Ayudante de
Santa de Los Simpsons, don Orlando recuerda el día que se lo regalaron y cuenta
que se lo dio un vecino de la misma cuadra donde nos encontrábamos haciendo la
entrevista.
–A Niño me lo regaló el doctor de aquí de la veterinaria, cuando se me
murió el mío. El mío se me murió ahí –explica, señalándome diagonalmente a
donde nos encontrábamos. – Ahí cayó, ya tenía muchos años, veinte, le dio esa
taquicardia sí o no, y dio la vuelta y ¡tras! cayó muerto, estiró la pata y ahí
al otro día fui y lo enterré por allá por la 14 y pues el doctor se dio cuenta
que se me había muerto el perro y me trajieron ese así chiquitico y desde ahí
ando con él. Yo a Niño lo acostumbré a subirse a la carreta, yo le digo súbase
y bájese y cuando vamos caminando él no se tira, él se va ahí quietico, antes
le gusta subirse porque como ahora está gordito entonces se cansa más, así que
ahí lo llevo.
Este hombre de dentadura ausente pero
con una pasión y verraquera presentes, afirma que nada es difícil y que por el
contrario, su trabajo es una bendición.
–En esto todo se lo va encontrando uno
botado, uno se puede encontrar que zapatos, a veces la gente le regala a uno
ropita o lo llaman a uno y le dicen, vea llévese todo ese cartón y así, le
gente le guarda cosas a uno y si no, pues me voy pa´ otros barrios, me voy
pa´allá pal Ingenio, pa´ La Ciudadela Comfandi, me ando por todos esos barrios
como El Guabal, Panamericano así que no me quejo patrona, esto es lo que hay.
***
Sole
“Lo más difícil de este trabajo es no conseguir
nada”
Cayó una manzana de la bolsa de un hombre que hurgaba dentro de la
basura de un kiosko de Capital
Federal. La fruta rodó y pronto llegó a las pequeñas zapatillas blancas de
Camila, la hija menor de Sole, una recicladora de 26 años de la ciudad de
Pilar.
Esta rubia de ojos verdes ha salido esta noche en compañía de sus tres
hijos, Pablo, Lucas y Camila a buscar objetos abandonados.
–Yo salgo a buscar ropa para mí y para los chicos y siempre salgo con
ellos porque no tengo con quien dejarlos.
–¿Y el papá?
–No está.
–Ese parece colombiano –le digo mientras nos reímos y los niños
parecieran no entender el chiste en el comentario.
A diferencia de muchos recicladores en Argentina, Sole no se encuentra
inscripta en ninguna cooperativa, no tiene ninguna vacuna y su uniforme está
hecho de las ropas que le ha heredado el reciclaje. Como si Santa Claus hubiera
quedado en deuda con ella, Sole sale todas las noches con sus hijos en búsqueda
de los regalos que él olvidó.
–Yo trabajo sola porque no tengo carro y necesito hacerlo porque se me
quemó mi casa en un incendio, así que bueno necesito conseguir ropa, zapatillas
y eso. Ellos salen a las 17:00 del colegio, así que a las 20:00 o 21:00 horas
ya estamos acá.
–Nuestro colegio sale 200 pesos ¿el tuyo cuánto vale? me pregunta
Lucas, inquieto por saber la respuesta.
–Yo ya no voy más al colegio, así que no tengo que pagarlo.
–¿De dónde sos?
–De Colombia
–¿Y cuánto sale ir a Colombia?
–Podés encontrar boletos desde 5000 pesos si tenés suerte, le dije
entusiasmada ante el interés que mostró el chico de poder ir algún día a mi
país.
Lucas pateaba un balón envuelto en una bolsa plástica que tiraba y
regresaba hasta sus pies. Pronto llegarían un hombre y una mujer, que empujaban
un carro de mercado lleno de termos y lo que parecía ser comida en unas cajas.
Saludaron a los muchachos y les preguntaron:-¿Qué van a querer hoy? Hoy tenemos
huevo o pan y de tomar chocolate o jugo.
Se trataba de dos voluntarios de una iglesia de Barrio Norte que salían
todos los lunes a repartir alimentos a las personas de la calle. Con la
familiaridad de encontrarse a las personas que aprecias, los niños se alegraron
al verlos mientras escogían del menú, la comida que estas personas habían
traído a regalarles.
Según cifras de las Naciones Unidas, más de
1,000 millones de seres humanos viven con menos de un dólar al día. En el caso particular de la Argentina, un estudio
de la Universidad Católica
Argentina (UCA), reveló que un 27,5% de argentinos viven en
situación de pobreza. La cifra es casi
ocho veces más alta de lo que había informado el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC),
organismo oficial del Gobierno nacional a finales de 2013.
Para el gobierno nacional, la indigencia alcanzó al 5,1% de las
personas en el primer semestre de 2008, mientras que otras mediciones la ubican
en más de un 10%, impactando a 4 millones de argentinos.
–Venimos en tren, en el rojo siempre a esta hora.
–Ah re bien, yo te puedo conseguir ropa para darte.
–Dale, te paso mi número, 115…
–Igual si no te llamo, veámonos mañana a esta misma hora.
La conversación termina con una despedida que pacta un próximo
encuentro entre ambas y Sole continúa su camino por las veredas que la
llevarían hasta el tren, de vuelta a Pilar.
***
Carlos Andrés
“Lo más feo que he visto reciclando fue un trapo
lleno de sangre”
Temeroso ante la curiosidad que tenía de preguntarle por su trabajo,
pensando quizás que lo iba a aventar con la policía o lo iba a putear por estar
armando lo que parecía ser un “bareto”, lo suavizo y le digo que todo está
bien, que estamos en confianza y que sólo será una charla donde el me contará
sobre su oficio y yo simplemente grabaré su testimonio. Cauteloso pero algo más
relajado, Carlos Andrés por fin se tranquiliza y se vuelve compinche mío.
–Un primo reciclaba así que me uní a él y el me trajo acá por estos
barrios, pero ahora ya yo trabajo solo, llevo ya dos años en el negocio. Yo
salgo por ahí a las 4 de la tarde que
saco la carreta, tres días a la semana en este barrio y otros barrios más
abajo, porque la carreta no es mía no, es de un dueño de una bodega que me la
presta y yo le vendo la chatarra, el cobre, el bronce, el periódico, la pasta,
PT que es esa pasta gris que son los tarros de Coca Cola, que eso es lo que más
plata da, por ahí unos 35.000 o 40.000 pesos, si me va bien.
En Cali, el sistema oficial de recolección de basuras está a cargo de
tres nuevas firmas concesionarias, Emas, Ciudad Limpia y Promoambiental,
quienes son las responsables del aseo urbano del oriente, centro, norte y sur
de la ciudad.
El nuevo sistema entró en vigencia el 1 de septiembre de 2014, después
de que se liquidara al antiguo y tradicional organismo de control de basuras
Emsirva, para implementar nuevas medidas y poder lograr un mejoramiento en el
tema de la limpieza de la capital vallecaucana.
Ramiro, un empleado de la cooperativa Promoambiental, asegura que
pertenecer a instituciones como éstas le ha garantizado mayores beneficios y un
mejor sueldo, a diferencia de trabajar
por su cuenta como reciclador independiente.
– Se gana bien, uno se gana el salario mínimo más todo lo que ampara la
ley. Te vacunan y uno está cobijado con
la Aseguradora de Riesgos Profesionales (ARP) por si te llega a pasar algo. El
trabajo es bueno.
Son
las 21:00 horas en Cali, Colombia, y Carlos Andrés continúa buscando dentro de
los tachos de basura, que han sacado los conjuntos residenciales del barrio
Capri en el sur de la ciudad.
–Vea todo lo que la gente bota, todo lo
que desperdician –dice,
mientras va retirando restos de alimentos ya descompuestos–. Eso pasa, a veces uno mete la mano
y pilla toda esa comida ahí tirada y eso huele maluco porque casi todo está
podrido, eso es como lo más cochino de esta vuelta.
Este
joven de 17 años afirma que a pesar de las dificultades que trae consigo ser un
reciclador independiente, le gusta su trabajo, estucar paredes para después
pintarlas y pasar tiempo de calidad con su familia, porque como él dice:
–Gracias a Dios hay trabajo y nunca nos
ha faltado un bocado de comida, ni tampoco nos ha tocado comer de lo que se
encuentra uno en la basura. Este trabajo me gusta porque bueno o malo, es el
que nos da la plata para lo que necesitamos.
***
Germán
“Si tenés suerte, podés encontrarte cadenas de oro
o plata”
Con un piercing en la oreja y la facha de un cantante de cumbia, se
paseaba Germán con su costal frente a un restaurante del barrio Recoleta en
Buenos Aires. Este cartonero de Lomas de Zamora asegura que no es reciclador y
que no siempre ha buscado en la basura, pero que a veces le ha tocado meter las
manos en ella, para encontrar los cartones y las botellas que necesita. De
chico Germán ya recogía cartones en la calle y de grande continuó con este
oficio.
–Vos tenés que ir por ejemplo al frente y decirles que si tienen cartones
para tirar y si quieren sacártelos a vos a tal horario, y ellos te dicen bueno
vení a tal hora y ellos te lo sacan, y si el lugar queda fijo para vos ya es
tuyo, pero como ahora no hay un lugar fijo para sacar cartones, todos se pelean
por el cartón.
Con un aire relajado, Germán remueve dentro de las basuras amagándole
al tiempo, y cómo no vive cerca, paga
por días una habitación cerca del congreso y los fines de semana se va a Lomas
para estar con su familia.
–Algo bueno siempre te encontrás, si me sirve lo dejo para mí, sino lo
puedo vender en lugares donde compran cosas así lindas, tipo antiguas. También
tenés la parte fea, de las cosas que te podés encontrar por ejemplo un pañal o
cosas sucias como condones, eso ya depende de lo que tire la gente.
***
Sandra
Milena y Ricardo
“Vivimos
en una chimba de casa”
Como
salidos de una novela de amor, Sandra Milena y Ricardo se pasean románticamente
acompañados de su idilio y la carretilla de reciclaje con la que han salido
esta noche a trabajar. Oriundos de Cali, son una mezcla perfecta entre la
timidez de ella y la sagacidad de este morocho que no se calla y habla sin
filtro hasta por los codos.
–Vea yo no soy reciclador, yo lo que
soy es oficial de construcción, o sea maestro de construcción sino que la obra
donde estaba camellando, están en paro porque el dueño se fue para Popayán, en
el Cauca, a ver su finca y nos dejó en el aire.
Según
el Departamento Administrativo Nacional de Estadística de Colombia (DANE), la
tasa de desempleo en Colombia para agosto de 2014, fue de un 8,9%, inferior al
año pasado, cuando alcanzó un 9,3%. Mauricio Perfetti, director del DANE,
afirmó además que en el país, se han creado más de 445 mil nuevos empleos. “En
18 ciudades de 24 analizadas, el desempleo fue reducido durante el trimestre
junio – agosto de este año, así que se mantiene la tendencia de reducción del
desempleo”. A su vez, el presidente Juan Manuel Santos declaró que hasta el
momento, Colombia completa casi 41 meses consecutivos de caída en la
desocupación mientras que el ministro de Trabajo, Rafael Pardo aseguró que las
políticas del Gobierno Nacional para implementar un trabajo digno y de calidad,
han marcado una generación sostenida de puestos que han generado a su vez, un aumento en la ocupación de tipo formal en
el país”.
–Yo esta carreta la hice con 150.000
pesos de lo que me quedó de mi trabajo, es más le digo algo yo ni sé ni
reciclar, sino que yo con ella salgo a patrullar y a rebuscármela con mi mujer.
Llevo apenas veinte días en éstas madre, y salimos a buscar lo de siempre,
cartón, pasta, aluminio, latas de cerveza y bueno lo que se atraviese de ahí
pa´ allá.
Pronto
ella interrumpe la conversación y pregunta a grito desorientado por la
ubicación del batallón del ejército, que queda un poco lejos de donde estamos y
algo fuera de lugar de lo que estamos hablando.
–Eso
queda pa´ allá pa´la Quinta, pa´ donde vamos, pa´allá pa´ la casa, le respondió
él.
–Mirá, esta mañana salimos nosotros a
las 6 de la mañana y vea esa carreta desocupada, ya la gente ni bota nada. Ahí
pedimos fue un caldo que nos regalaron por allá de buena voluntad y nos dijeron
10,12 para 8, 16 que habíamos, eso hay mucho reciclador.
Según
información oficial, en Cali existen 3.205 personas viviendo del reciclaje, de
los cuales la mayoría de ellos se encuentra actualmente trabajando en la
informalidad y realizando su labor en condiciones perjudiciales para su salud y
bienestar laboral.
También
se dio a conocer que el 70% de los desechos de la ciudad son materiales
reutilizables, más o menos unas 375.000 toneladas de basura que estaría apta
para ser reciclada. Sin embargo, en la ciudad e incluso en el país no existe
una conciencia clara sobre este tema, lo que agrava aún más más la problemática
de los residuos sólidos, no solamente en Cali sino a escala mundial.
Irónicamente,
la industria del reciclaje mueve en la
ciudad alrededor de 300.000 millones de pesos al año. José Óscar Jiménez,
gerente del Grupo Empresarial de Reciclaje, GER, (conformado por trece empresas
de reciclaje) explicó que en el sector existe un monopolio conformado por
grandes industrias que concentran la compra de material y son ellas quienes terminan fijando los precios. “Los compradores
imponen las tarifas y es por esta razón que en los dos últimos meses el cartón
ha bajado en un 13% su precio de compra local y la chatarra en menos de un mes
cayó un 9% el precio del kilo, y se prevé que estos dos materiales van a seguir
bajando”.
Las grandes industrias a su vez, dicen estar
aprovechando la situación de la economía mundial donde no hay mucha demanda de
materias primas y hay sobreoferta de chatarra y cartón de fibra larga. Por eso
están importando grandes cantidades al país dado que el precio internacional es
más bajo. Entre tanto, La Asociación de
Recicladores de Cali inauguró una nueva Unidad de Desarrollo Empresarial, que
hace parte de un programa de acompañamiento socio empresarial a los
recicladores de oficio de la ciudad. A la fecha, se han comercializado más de
106 toneladas de material reciclable por valor de $56 millones de pesos.
Así pues, el negocio del reciclaje es un
imperio y en la sucursal del cielo, el papel es adquirido por grandes empresas
como Kimberly Clark, Fibras Nacionales y Papeles Nacionales. El cartón es
comprado por Sonoco o Cartones América. El vidrio es adquirido por Peldar. La
chatarra va a las siderúrgicas Sidelpa y Sidoc, mientras que los ferrosos
tienen una compañía que los exporta principalmente a China.
–Yo no he visto nada raro en esto, lo
único raro basura como un triple hijuputa no más, yo a ella no la dejo meter la
mano a la basura porque de pronto va y se encuentra una jeringa, se pringa y de
pronto le da una infección o alguna maricada. Este trabajo es un visaje, allá el
otro día me la montó un mansito, me sacó palo y machete y me dijo ¡vos no sos
de por acá marica, esta zona es mía! Y yo le dije ultimadamente, ¿sabe qué
hermano? Yo le doy gracias a mi Dios que ésta yo la hice viejo –y le da unos golpecitos a la carreta,
mientras cuenta lo sucedido. – Así que lo suertié y le dije, ¡meta su mano a su
basura que sabe qué yo no tengo necesidad de eso!
Petiso
pero con las agallas de un boxeador en el
ring, Ricardo y su aproximado
metro con cincuenta no se dejan insultar de nadie y así la gente suela
confundirlo con algún “ratero”, este hombre asegura que jamás le ha robado, ni
le ha hecho ningún mal a nadie.
–Vea yo le digo algo, yo no miro lo
ajeno, pero si hay mucho man cochino que abren las bolsas y las dejan abiertas,
entonces nos cagan a los demás, pero sabe qué yo con esa no la voy, es que yo
no soy reciclador madre, yo soy oficial de construcción. Yo llevaba toda mi
vida en la construcción, yo le trabajo a usted hierro, le trabajo vigas, las
fundo yo mismo.
–¿Osea que te gusta más la construcción?
–Claro corazón bello del alma, me responde.
–Papi ¿hace cuánto vivimos usted y yo por acá? –interrumpe de nuevo la mujer.
–¿Qué Qué? más bien que cuanto llevamos
viviendo usted y yo pero allá en el barrio de nosotros será. ¡Maricona 3 años!, le responde Ricardo.
–Ahora nos toca irnos pa´la casa pero ¿le digo
algo? Este proceso no es el mío, vea la verdad la verdad, nosotros hacemos esto es para pasar el rato, de pura
recocha no más.
***
El
despilfarro, el consumismo y el desperdicio, son quizás algunas de las palabras
más adecuadas a la hora de intentar buscarle una respuesta coherente al mundo
de la basura y el reciclaje. No hay duda de que todos en algún momento, hemos
comprado y desechado irracionalmente elementos que ya no utilizamos, ayudando a
incrementar, sin saberlo, una desenfrenada producción insostenible de desechos
y residuos que deambulan por el planeta y
que permanecen por años en nuestras sociedades.
Después de
haber observado los diferentes tipos de basura abandonada en algunas de las
calles de Capital Federal en Buenos Aires - Argentina, así como en Cali -
Colombia, me di cuenta que la diferencia no es mucha y la conclusión es una
sola: la calle es la protagonista de estas historias, convirtiéndose en aquél
escenario perfecto en el que convergen muy desapercibidos, algunos aspectos de
nuestra realidad. “Lo que te está sobrando, a mí me salva la vida”, dice la
canción Dame, de Ricardo Arjona, y
que con esta frase, resume de alguna forma lo que esta crónica ha pretendido.
Al
igual que las personas, los objetos que tiramos alguna vez tuvieron su
historia. Una historia que concluye sus días en el olvido de quién los desechó
y que halla un nuevo destino en manos de quién se los encuentra.
Existimos
y morimos para darle paso a nuevas generaciones. Así mismo desechamos a las
personas, tiramos sentimientos y nos
“limpiamos” de todo aquello que creemos, que ya no nos es más útil. Con ínfulas
egoístas, malgastamos los recursos naturales, nos separamos del resto tal cual como
los espigadores urbanos separan lo que sirve de lo que no.
La
basura no solamente se encuentra en la basura. Basura es seguir pensando que
todo se compra para botar, que todo se puede reemplazar, y que mientras
despilfarramos la vida, hay muchos involucrados en este azar.
Esto
sucedió pues, el día que me pregunté qué se sentiría ser un reciclador y me
encontré con que además de ser un trabajo mal pago y desagradecido, es una
labor dura y muy llena de adversidades que no todos podríamos soportar.
Mis
respetos para los señores y señoras que trabajan en esta actividad, que con sus
historias me hicieron ver más allá de lo invisibles que suelen ser para la
sociedad y que con su carisma y honestidad, me permitieron entrometerme en sus
vidas y en todo aquello que tenían por contar.
Wendy Rolón Quevedo
Wendy Rolón Quevedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario