sábado, 3 de mayo de 2014

Una historia sencilla, tres visiones



La de Valeria Tentoni, Duraznos sangrantesacá.

                                                               

                                           La feroz realidad

¿Por qué leer un libro sobre un bailarín de malambo poco conocido? ¿A quién le interesa la vida de un hombre común, ni tan pobre ni tan rico?  Preguntas como estas se hizo la periodista y escritora argentina Leila Guerriero a medida que escribía su reciente y cuarto libro publicado por Anagrama. La respuesta quizás está en la belleza del relato. Una historia llena de clima, tensión, potencia y suspenso que logra transportar al lector a un mundo desconocido pero sobre todo real.  
Una historia sencilla es una crónica de largo aliento que comienza con la frase: "Ésta es la historia de un hombre que participó en una competencia de baile." Luego del punto y aparte la autora explica cómo es  Laborde, un pueblo de 6 mil habitantes en el sur de Córdoba, qué es el malambo, quiénes lo bailan y  qué significa para los participantes ganar el festival que desde 1966 allí se realiza. "Ser campeón de Laborde es, al mismo tiempo, la cúspide y el fin" escribe cuando la autora se entera que los ganadores, en un pacto tácito, jamás podrán volver a competir en ningún otro festival. "En enero de 2011 fui a ese pueblo con la idea-simple-de contar la historia de un festival y tratar de entender por qué esta gente quería hacer tamaña cosa: alzarse para sucumbir."
El libro está escrito en primera persona, con una prosa clara pero colmada de sutilezas. La cronista, considerada una de las mejores en Latinoamérica, describe la primera vez que vio bailar al que será el personaje principal de su historia, Rodolfo González Alcántara, y lo hace así: " El primer movimiento de las piernas hizo que el cribo se agitara como una criatura blanda mecida bajo el agua. Después, durante cuatro minutos cincuenta y dos segundos, hizo crujir la noche bajo su puño. Él era el campo, era la tierra seca, era el horizonte tenso de la pampa, era el olor de los caballos, era el sonido del cielo del verano, era el zumbido de la soledad, era la furia (...)."
Desde el lugar de una narradora testigo confidente, Guerriero intenta comprender a medida que va transcurriendo el relato, un mundo desconocido y complejo para ella; un mundo que la deslumbra y que con palabras intenta organizar y comprender. Una historia sencilla es el resultado de un trabajo riguroso y exhaustivo de investigación periodística que obligó a la autora a pasar tres años siguiendo y acompañando a Rodolfo González Alcántara en el festival, en su casa, en un bar. Entrevistó  a sus padres, a sus amigos, a su pareja. Lo vio  sufrir, llorar, se metió en su camarín, lo escuchó rezar. Conoció sus miserias y sus logros. Estuvo con él antes, durante y después que el bailarín se convirtiera en la persona que es hoy. Quiso saberlo todo y cuando lo supo escribió esta novela de no ficción o “novela verdadera”, como dijo  Ricardo Piglia en la presentación del libro.

Ver para entender. "He aquí un hombre al que la vida le ha cambiado para siempre." se lee en las últimas páginas. Y con esa frase la autora nos dice por qué esta no es solo una historia sencilla sino un retrato del espíritu de sacrificio, esperanza y superación.
                                                                              Camila Bretón

                                   
                                   Una historia difícil de contar

        Hay historias de ficción, de no ficción, de todos los temas posibles, de lugares habitados o deshabitados, de amores y de odios; todas ellas conforman el universo del lenguaje.  Algunas son más complejas que otras, como la de Rodolfo González Alcántara, un hombre que participó en el Festival Nacional del Malambo, un evento que además de permanecer en el anonimato, otorga a sus campeones un singular premio. 
Ésta es la reseña de un libro que narra una historia difícil de contar: la de un hombre real y común.
Hay quienes se pasan la vida encerrados en sus mundos tratando de encontrar hechos complicados, fantásticos o inigualables; pero también hay quienes salen de sus burbujas a buscar historias reales, de carne y hueso, esas que hacen poner los pelos de punta, que llevan a reír a carcajadas, que originan lágrimas, que evocan sentimientos, pensamientos, deseos, y que aunque pueden parecer ser sencillas, tal vez son las más difíciles de contar.
Las historias que emocionan están por todas partes: en los medios de comunicación, en la calle, en el trabajo, en los conocidos y en los desconocidos. El punto está en observar más allá de lo que se ve a simple vista, así se encuentra lo que vale la pena mostrar.
Y si a la observación se le mezcla curiosidad, pasión, investigación y ganas de narrar, el resultado es Una historia sencilla, el último libro de la periodista Leila Guerriero, quien luego de “dos largos años” de tener una cita pendiente con el Festival Nacional del Malambo (cita que ella misma se puso desde que leyó en el diario La Nación la nota “Los atletas del folklore ya están listos”, de Gabriel Plaza), recorrió quinientos kilómetros desde Buenos Aires hasta el sudeste de la provincia de Córdoba, donde está Laborde: “La Capital Nacional del Malambo”, para encontrarse con la que sería una de las historias más difíciles que ha escrito. 
Un cúmulo de experiencias, tradiciones, valores, de elementos tangibles e intangibles esperaban por alguien que se atreviera a reconocerlos, recolectarlos y narrarlos. Esa fue la oportunidad que Guerriero aprovechó, y lo que sería una crónica para una revista (idea con la cual llegó a Laborde en el verano de 2011), se transformó en el libro que habla sobre niños vestidos de gauchos, paisanas con el cabello trenzado, hombres que mantienen viva la tradición del malambo, un baile “absolutamente simétrico en una estructura humana que es lógicamente asimétrica”, y de todo lo demás que gira en torno a su personaje principal: Rodolfo González Alcántara, un bailarín que arriba del escenario con su zapateo la dejó “muda” y un hombre común que con su lucha por “tener una vida mejor” la cautivó.
Entonces, ¿cómo hacer de la historia de un hombre común algo único, algo universal? Sencillo: valiéndose de la humanidad de un protagonista que lucha constantemente por alcanzar una meta. Esto es algo que la autora tiene claro, en especial, por su interés sobre las “cosas que nadie está mirando”, tal como le confirmó a Matías Méndez, en una entrevista para Infobae. Así, con una serie de interrogantes (escritos en primera persona como el resto del libro), Guerriero se pregunta y lleva al lector a preguntarse: “¿Nos interesa leer historias de la gente como Rodolfo? ¿Gente que cree que la familia es algo bueno, que la bondad y Dios existen? ¿Nos interesa la pobreza cuando no es miseria extrema, cuando no rima con violencia, cuando está exenta de la brutalidad con que nos gusta verla –leerla– revestida?”
Al parecer sí interesan esas historias y no solo en Argentina, donde se originó la narración sobre Rodolfo y su malambo, sino también en España, país en el que está instalada Anagrama, la editorial que publicó este libro; en Colombia, un lugar en el cual los relatos de gente común podrían opacar los rastros que deja la guerra, y hasta en Estados Unidos, donde David Lynch sorprendió con la película basada en hechos reales, que cuenta la aventura de un hombre de 73 años que tenía un objetivo claro: volver a ver a su hermano. Esta es The Straight Story o Una historia sencilla (en Latinoamérica), filme del cual Guerriero confiesa que tomó el nombre para su obra, porque es en ellas “donde no pasa absolutamente nada y sin embargo pasa absolutamente todo”.
Es por eso, que Leila Guerriero con su capacidad de observar con atención hasta el más mínimo detalle, de “soportar la emoción del otro”, de mezclarse entre los personajes para obtener pequeños relatos que nutren su historia y de anotar todo lo que la mente pueda olvidar o confundir, construye un texto que muestra a través de diálogos, comparaciones, datos, anécdotas suyas y ajenas, las situaciones que atraviesan hombres como Gonzalo Molina “El Pony”, Sebastián Sayago, Ariel Pérez y sobre todo Rodolfo González Alcántara, para competir en un Festival que mezcla el folklore con la competencia, convierte a los participantes en “aspirantes”, y como premio entrega “el prestigio y la reverencia, la consagración y el respeto, el realce y la honra de ser uno de los mejores entre los pocos capaces de bailar esa danza asesina”, que cuando se gana es “al mismo tiempo, la cúspide y el fin”. 
                                             Susana Avendaño Lopera

4 comentarios:

  1. De la primera me gustó que refiere en ella al estilo de Guerriero con citas directas, es decir que está atenta sobre todo a lo formal (aunque no deje de situar espacial, social y temporalmente la historia). No es una reseña tecnicista, evita el fichero.
    En la segunda, la atención está puesta en lo que parece ser el espíritu del libro: la curiosidad periodística, el desafío del oficio por buscar historias interesantes donde aparentemente no las hay, en la llanura de las historias de vida de la gente corriente. De esta segunda me gustó también que enmarque su visión con referencias a entrevistas dadas por la autora o pistas sobre el devenir del título.
    Lo bueno es que -aún poniendo el enfoque en aspectos distintos- me parece que ambas visiones no solo son válidas sino que se complementan.

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  2. En realidad son tres: fijate con atención. La primera es de la compañera Valeria Tentoni y está linkeada.

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  3. Me gustaron mucho las tres y creo que coinciden en tomar una historia que podría considerarse mínima o pasar desapercibida -por los medios claro, porque desde ahí se construyen los parámetros de relevancia social-.
    Fue genial leer las tres de corrido y que no haya una intención de unificar el formato, cada una tiene su propio estilo y coincido con que se complementan.

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  4. Muchas veces las cosas sorprendentes estan en los lugares menos esperados y en las situaciones inesperadas. Muchas veces solo basta con abrir los ojos, estar atentos y encontrar un enfoque inteligente.

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